Visita al mar (vaya tela)
La idea de vestir un elemento, de altura y visualmente imponente, forma parte de crear un paisaje distinto a lo habitual partiendo de una forma preexistente. ¿Era esto anularlo? ¿Era darle protagonismo? Simplemente es experimento. ¿Qué pasa si aquellas cosas naturales, formadoras de composición paisajista, son alteradas? ¿En qué medida cambia el carácter de la composición?
La reflexión sobre el elemento cubriente era importante. Como en las intervenciones de Christo y Jeanne-Claude, elegimos un material textil, de color vivo y contrastante con el entorno. Por una parte el cielo, y por otra el mar. Material frágil, sensible, opaco y sumiso al viento. Tela amarilla y brillante.
Pese a no poder cumplir el propósito de vestir el elemento previsto, por cuestiones de escala, el ejercicio es fruto de la improvisación momentánea.
Siguiendo el patrón de aquello que queríamos hacer, ¿cómo se comportaría la tela en el paisaje natural? ¿qué nos aportaría la tela como material sensible? ¿Sería una prolongación entre nosotros y la naturaleza?
Experimentamos la llegada al lugar como primer contacto con la playa, con el aire y con el cielo. La tela se ve especialmente bonita y el emplazamiento le sienta bien. Diez metros son mucho y a la vez poco. Esta misma demuestra el poder del viento, se hace presente, visible y casi tangible, gracias al aire. No se puede atrapar sino solo presenciar. La arena y las piedras sirven como elementos de interacción.
Proyecto realizado junto con José Ferrer Guillem, Elisa Garcelán Ortiz y Nicoli Leticia Polachini
